XLIX – Lo que me has enseñado

Cuando llegaste tuve que romper muchas páginas de verdades y borrar lecciones aprendidas. Descubrí que no hay límite para querer, que siempre se puede amar más, y a más. Que otras versiones de cualquier historia son posibles. Que la vida son innumerables y complejos puntos de vista sobre algo tan sumamente sencillo que jamás lo comprendemos.

Me hiciste recordar que cuando dices “te quiero” muchas veces, no solo no deja de valer, sino que crece y lo ocupa todo. Que los enfados deben ser breves, las risas inesperadas y los abrazos infinitos. Que la nieve puede dar miedo y un oso de peluche es lo más importante del mundo.

Aprendí que no sé nada, que es una gran fortuna asomarse a un universo por descubrir y hacerlo contigo. Que el móvil me roba el tiempo y leerte un cuento me hace más joven.

Y recuperé el miedo. A que te marches, a que enfermes, a que crezcas, a que ya no me quieras… Pero también me has enseñado que el miedo solo existe cuando hay algo que te llena y que merece la pena. Es el precio que debemos pagar por amar.

 

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