XL – Pequeña

Era menuda y andaba ligera, con mucha gracia. Yo caminaba distraído detrás de ella y cuando se giró para saludar a un coche que la pitaba vi su rostro. Qué mala suerte la mía cuando memoricé aquellos ojos oscuros, brillantes, gritando vida, cuando aprendí sus labios pintados de rojo sangre, delgados pero que se convirtieron en todo. Llevaba el pelo corto, como sólo algunas mujeres bonitas consiguen parecerlo todavía más.

Mi mirada perdió a mi mente y aparecí en un océano de versos, de breves olas rompiendo sin cadencia ni prisa sobre una playa olvidada. El viento despertando a la arena… despacio.

Cuando volví a respirar se había alejado unos metros. Sólo entonces intuí la silueta de su leve cuerpo a contraluz. Sus líneas dibujadas a tinta negra bajo una blusa verde oscuro y mi vocación perdida de ser barco y navegar para siempre persiguiendo un horizonte.

Llamó al timbre de un impaciente portal y su realidad se difuminó mientras entraba. Me dejó solo, con mis océanos, mis olas y una playa de arena que me quemaba los pies. Vacío.

La busqué intencionadamente en todos los lugares equivocados. Tal vez ni siquiera llegué a buscarla para no engañar una vez más a mi recuerdo.

 

dilectia