XLVII – Leer la tristeza

Aprendí a leer la tristeza detrás de la sonrisa. Los ojos nunca mienten y en ellos se encuentra todo, hasta lo que ni siquiera su dueño intuye. La sonrisa comunica, se contagia, engaña, aunque casi siempre se vive mejor en una ilusión que en la certeza de una realidad sucia y gris.

La sonrisa sincera llena el alma sedienta de quien la descubre. Es una fresca lluvia de primavera que borra o aligera, aunque sea momentáneamente, las cargas y preocupaciones. Pero no hay agua que permanezca en la tierra más allá de unos minutos, horas, días. Y el reseco regresa, implacable, borrando cualquier dicha.

Miro tu foto, sonriente, joven, bellísima. No te conozco, pero sé que un enorme vacío te amenaza, un abismo al que te asomas cada mañana sin saber (o sin querer saber) cómo salvarlo. Tu sonrisa da vida a quienes te rodean, pero hace cada día más profunda tu tristeza.

 

dilectia